A la hora de maquillarnos, las mujeres sabemos el gran partido que podemos sacar a nuestro maquillaje si lo utilizamos de forma adecuada. Una de las herramientas que más problemas suelen dar porque es algo complicado saber dónde y cómo aplicar, es el iluminador. Un producto que se usa normalmente y como su nombre ya indica, para dar luz a la mirada y al rostro en general dotándolo así de una juventud que destaca y a su vez, resaltando los contornos del rostro.
El iluminador es imprescindible que sea aplicado cuando nuestro rostro se muestra apagado, para combatir los signos del cansancio sobre todo tras una mala noche y en especial para los rostros más maduros. Este producto posee unas partículas capaces de atraer la luz y es por eso que aporta luminosidad a la piel. Podemos encontrarlo en dos formatos, ya sea en polvos o fluido y ambos son fácilmente aplicables y sus resultados igual de óptimos.
Los lugares más comunes para aplicar el iluminador suelen ser en el exterior del lagrimal, las sienes y el entrecejo para la mirada. Si no tenemos flequillo, en medio de la frente para dar luz al rostro. En lo más alto de los pómulos para disimular el cansancio, un toque en la barbilla y un poco en cada aleta de la nariz. Como consejo, nunca se debe aplicar el iluminador sobre las ojeras porque solo conseguirás que estas destaquen mucho más.
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